sinceros y humedecidos
por las gotas de alegría
que resbalan por el rostro,
pueden calmar angustias,
liberar esperanzas,
agrandar sonrisas
y estremecer silencios.
Que sólo una mejilla junto a la otra,
una mano recostada sobre otra que ya no será tan ajena,
un abrazo desintegrador de soledades,
una voz tan sutil y fuerte que transporta
las moléculas de aire a través del pensamiento…
Permitirán ignorar alrededor
y que al menos un corazón pueda retozar entre nubes,
volar por cielos
y negarse a la posibilidad de no hallar un punto de encuentro
con otro corazón vagante,
bueno y tal como siempre quiso que fuese
libre.
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