Todo se mostraba con total y absoluta forma,
la cual se imagina en medio
de fragilidad de sueños colgados de nubes rotas,
sueños absolutamente inocentes,
latentes, denotados en gotas de esas nubes…
nubes intranquilas y frágiles,
que esperan al sol para que les devuelva la confianza.
Tranquilamente poder esperar
a que decidan chispear este paraíso
de esperanzas,
(quizá porque no sólo fue hecho para dos)
sin que el viento galopante
se le ocurra entre cruzar sus dedos
y cambiar el rumbo de los contados instantes
traviesos e inquietos.
Por fortuna hoy es un día soleado
y aunque el susurrar del viento es implacable,
no estropea más que algunas hojas débiles
que aún dependían de la mano de amigables ramas, y permite mantener el viaje
suspendido de su sueño.
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