Aún permanecen las huellas desintegradoras de soledades, que retozaron entre débiles sombras, húmedos silencios, derretidos miedos y huérfanos deseos. El ropaje de las ausencias partió, y a cambio junto a la cabecera reposo el cálido rostro de expresiones indescifrables que se citaron con la desnudez, que dio figura dibujada a secretos que parecían extraviarse a cada soplo de ternura. Huellas dejadas por manos líquidas que caminaban por el borde angosto en sentido contrario a una caricia, caricia perdida por el color nocturno que coloco en la piel un escalofrío cubierto por un recorte de esperanza. La huella estuvo acompañada de un beso vestido con una camisa de miel y un pantalón de luna que formando un retén de ternura dejaron pasar sólo lo más tibios sonidos de mis ojos cuando por tocarte descubrieron a oscuras el sueño en una noche de lluvia, sueño que jugaba entre tu piel escurriéndose por entre mis dedos hasta conciliar el sueño. |
17 jun 2007
Aún permanecen...
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